martes, 9 de marzo de 2010

Miedo de mi miedo

Hoy hace sol. Hace demasiado calor.

Al otro lado de la calle, pasando el asfalto ardiente, infectado de coches y de personas en su interior que miran sus relojes con impaciencia mal disimulada, los niños han saludo a jugar al parque. Corren, como nubes movidas por el viento. Sus madres les vigilan desde la lejanía.
Algunas parejas están declarándose su amor. Un amor perfecto. Un amor sin final. Uno de esos de Io E Te 3MSC. De los de cuentos de hadas. Hasta hay un hombre de unos treinta años que está apoyando la rodilla en el suelo, sacando una caja azul eléctrico del bolsillo de la chaqueta y mostrándole el anillo a la que será su futura esposa. Por suerte yo no creo en el matrimonio. Ni siquiera creo en ese amor, no creo que se puedan juntar los dos abismos hay ahí entre las personas. No creo en que nosotros, los seres humanos, estemos predestinados con otras personas, a las que conocemos o conoceremos en un futuro, ya sea próximo o tan lejano que hasta no podamos imaginar.
Y en esta habitación hace frío. Las luces están apagadas y las cortinas hacen que la luz del frío no ilumine del todo la estancia, que adquiere un color grisáceo, triste, monótono. Y yo sigo aquí, abrazado a mi mismo, con la esperanza vana de cruzar un océano inseparable.
Y miro por la ventana. No quiero salir de aquí. El mundo me da miedo sin ti. ¿Me ayudas a cruzar la calle y a jugar con las briznas de césped? ¿Jugamos a hacer cisnes con papel azul? ¿Descansamos bajo la sombra de un árbol y miramos los dragones que las nubes forman para nosotros? ¿Jugamos a ser mayoras, aunque sea con un solo beso?

Dime que sí. Lo necesito. El mundo es un infierno si tú no estás.

2 comentarios:

  1. Me gusta el contraste que le has dado al "calor" de la calle con la luz del frío.

    Ojalá te de la respuesta que esperas...

    ResponderEliminar
  2. Jugando a ser mayores con un beso, qué tierno...

    ResponderEliminar