lunes, 12 de marzo de 2012

Desde el primer latido.


Y mandarlo todo a la mierda, Evey. 
Dejarlo volar, dejar que se vaya hacia alguna maldita parte en la que yo jamás pueda regresar. Siempre hemos sido mis sueños y yo, mis páginas y mis mil horas muertas sentado en la oscuridad, abrazándome, sin nada a lo que poder agarrarme. ¿Es justo que cada oportunidad se me escape de las manos cual rastro de ceniza de las que mis memorias fueron? ¿Es justo, Evey, que el destino me ajusticie de esta manera? Querría ir a ese lugar que me enseñaste, aquel sitio lleno de estanterías que no estaban repletas de libros. El lugar en donde se guardan las libretas de cada persona, sus vidas, aquellas en las que se narran sus latidos desde el principio al último. Encuentra la mía; encuentra la mía y dime si todo este sinvivir merece la pena. Y dime que él, sea quien sea, estará ahí para recogerme. 




Mañana me paso, lo prometo.

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