domingo, 31 de enero de 2010

¿Por qué?

No sé si verdaderamente fue un sueño. Pero era tan bonito.


Aparecíamos los dos, en medio de un prado de nieve. Entrelazábamos nuestras manos, sonreíamos y nos besábamos, enciendiendo un fuego que podría fundir el más frío ice berg.


Y después estábamos en aquella casa, en aquella cama, junto a la chimenea encendida. Y reíamos y jugábamos. Nos contábamos cosas, nos mirábamos con miradas intensas y provocadoras. Y yo jugaba a recorrer tu cuerpo con los dedos. Y tú jugabas a acariciarme los labios.


Pero ahora, en esta triste cama del hospital, ya nada parece igual. Ya no sé que es un sueño y que no. Ya no sé que es la verdad y que es la mentira.
Solo sé que, un día, después de estar llorando una tarde entera frente a mis ojos llorosos, te fuiste y no volviste. Jamás.

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