miércoles, 1 de junio de 2011

Perdóname.

Y sin embargo, estaba allí plantado, con los músculos en tensión, respirando entrecortadamente y escuchando los fuertes latidos de su corazón. Cada vena se le marcaba bajo la piel, palpitante. Sus ojos estaban clavados en un punto fijo, un punto al que también estaba mirando la boquilla de la pistola, amenazante con disparar la muerte en cualquier momento, en el menos esperado. Las manos le temblaban con violencia, rojas a causa del frío. De sus labios, se escapaba un huidizo vaho que desaparecía al contacto con el exterior. Cada latido, era un pinchazo en el pecho. Cada latido, le recordaba a un momento. Cada latido anclaba una cruz más sobre aquella desolada alma de la que solo quedaban unas pobres y mugrientas cenizas que ahora a nadie importaban.
Bajo la nieve, el mundo entero hacía un forzado mutis, sosteniendo con ligereza una quietud insoportable. Las calles desiertas y el cielo encapotado empapaban el ambiente de pesadez, que caía sobre sus espaldas. No estaba preparado para ello, no quería estar preparado para tener que hacerlo. Notó cómo se le congelaban las lágrimas en las mejillas y se detenían para siempre.
Porque aquello no podía haber terminado así. Era imposible que el mundo se hubiera reducido a escombros, a muerte, a desolación. Los monstruos que se suponían debajo de la cama caminaban ahora por una ciudad de la que ya poco quedaba. Y todo, absolutamente todo, había dejado de existir. La vida ya no tenía sentido y la muerte era una farsa. Entonces, ¿qué era lo que quedaba? ¿Por qué se debía luchar? ¿Por qué ideal se podría seguir sosteniendo la frágil cuerda que los mantenía atados a la cordura?
Un escalofrío recorrió su cuerpo.  No bajó el arma en ningún momento, sosteniéndola con fuerza, pero sin convicción. Suspiró, una última vez, antes de que un torrente de lágrimas volviera a correr por su frío rostro. Abrió la boca para decir algo. Su sonrisa lo hundió por completo. Sus ojos, lo atravesaron. Cerró los párpados, gimiendo, olvidándose de respirar durante unos segundos.
—Perdóname.
—Te quiero —obtuvo como respuesta.
Su dedo índice hizo presión sobre el gatillo. Fue en ese entonces cuando sintió como algo se rompía en lo más profundo de su ser.

6 comentarios:

  1. wow o.O
    profundo ... <3
    en donde es que estara ahora??
    te quiero
    <3...
    me gusto mucho, y realmente seguro la situacion puede llegar a ser asi pronto, todos podria pasar...
    una sonrisa :)

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  2. Me encanto... Sinceramente, ahora estoy lagrimeando un poco :P
    Estoy escibiendo mi historia, te gustaria verla?
    http://thelittleworldofchamu.blogspot.com/
    Gracias por estar ♪

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  3. me encantó *_* guau... joder, que manera de expresar los sentimientos... Eres un gran (GRAN) escritor

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  4. A mi también me ha recorrido un escalofrío de leerte. Es increíble. Felicidades :)

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  5. No me gustaría (para nada) estar en su lugar. No sé si sería capaz.. Creo que no.


    (blog nuevo, pero te sigo desde ya, que me encanta cómo escribes).

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  6. La verdad excelente la descripción y el final.
    Me encantó!♥

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