Luca corría a gran velocidad por una calle completamente desierta. Las piernas empezaban a fallarle a causa del cansancio. La nieve se le quedaba en el pelo, tornándolo blanco. Lo hacía resbalar, perder tiempo, agotar sus fuerzas.
Giró una esquina y tuvo que agacharse para que una enorme masa oscura y homogénea no le arrancara la cabeza y lo empotrara en la pared. Sus ojos bicolores recorrieron la zona, peligrosos. Hasta que lo vio: Una figura vestida de negro, encapuchada, que sostenía a una persona con una bolsa en la cabeza agarrada por el cuello. Cuando le quitó la bolsa, Luca pudo reconocer el aterrado rostro de Robert y sus ojos, unos ojos oscuros que nunca había visto tan asustados.
Luca no dijo nada, respiró hondo y miró a los ojos a aquel demonio. Giró su mano, observando como caía de rodillas al suelo y empezaba a retorcerse de puro dolor, emitiendo alaridos que destrozaban los tímpanos. Robert cayó al suelo y comenzó a toser, le faltaba el aire.
El chico corrió hacia él y sujetó su rostro, pasándole una mano por el pelo, con cariño y desesperación al mismo tiempo.
-¿Estás bien? -se le ahogó la voz nen la garganta.
El hombre miró por encima de su hombro. Luca se giró con una pasmosa rapidez y pudo ver como aquel demonio se había levantado y dirigía el mayor de sus ataques hacia ellos, con la intención de acabar con sus vidas para siempre, convirtiéndolos en polvo.
Ejecutando un movimiento felino, Luca se lanzó sobre su protegido y lo abrazó con fuerza. Entonces, emitió un grito de dolor. De su espalda nacieron con velocidad unas enormes y poderosas alas de plumas negras y brillantes, que envolvieron sus cuerpos a modo de caparazón.
Y el ataque llegó hasta ellos, generando una enorme explosión. Luca mantenía apretado a Robert contra su pecho, cerrando los puños con fuerza, aguantando los gritos de dolor. Porque aquel dolor era inexplicable. E insufrible, solo comparable con la muerte en el fuego.
Cuando cesó, el chico se volvió hacia el demonio e hizo girar su mano con violencia, haciendo que se retorciera en el suelo, gimiendo. Hasta que dejó de hacerlo, y su cuerpo se hizo polvo, polvo que empezó a confundirse con la nieve.
Los ojos bicolores de Luca dejaron de brillar de aquella manera tan peligrosa y felina. Y cerró los párpados, sintiendo como su cuerpo iba cayendo lentamente hacia un inmenso vacío. Pero unos brazos fuertes y adultos lo sostuvieron antes de que cayera por completo. Pero él, antes de poder notarlo, ya se había quedado inconsciente.
Mientras tanto, desde el cielo, la nieve era acompañada por miles de plumas negras.
Genial :)
ResponderEliminarUn beso
Echaba de menos tus textos... :)
ResponderEliminar(yo también echaba de menos tus textos)
ResponderEliminarLuca me gusta mucho, mucho :)
Crêpes.
guau, sin palabras...muy bueno, sobre todo el final :D
ResponderEliminarya se te echaba de menos!
la espera ha merecido la pena (¡y tanto!)
ResponderEliminarUnbesito.