De nuevo, Luca estaba sentado en aquella silla, con una pequeña libreta en blanco en las manos. Lo estaba esperando, llevaba más de media hora esperando a que todo empezase. ¿Dónde se había metido Robert? Estaba tardando demasiado, estaba empezando a hacer que los nervios de Luca se enfurecieran por momentos. Por fin, con paso fuerte y una bonita Canon 1000D en el cuello, Robert caminó hacia él con una sonrisa. Luca sintió cómo el mundo se paraba en el instante en el que miró la luz de sus ojos castaños. El chico se levantó y sonrió.
-Has tardado demasiado.
-He tenido cosas que hacer, ya sabes, cosas de adultos –se quitó la chaqueta y dejó la cámara en la mesa.
Luca odiaba esa frase. Cosas de adultos. Odiaba esa estúpida línea que ponía entre los dos. La odiaba con todas sus fuerzas. Era lo que más lo molestaba de aquel apuesto fotógrafo de treinta y dos años, el que siempre quedase por encima suya con aquellas tonterías de adultos. Pero Luca iba a hacer que todo cambiara. Llevaba más de un año ocultando aquel sentimiento. Llevaba más de un año buscando miradas, sonrisas, roces, momentos. Buscando palabras, voces y susurros. Intentando que el corazón no se le saliera del pecho por amor, deseando besar aquellos labios con los que llevaba soñando desde el primer día. Lo suyo era, y sería, un flechazo. Anna creía que era un simple capricho y Roger decía que se le pasaría con el tiempo. Pero estaban equivocados. Yo sé que lo que Luca sentía no era un encaprichamiento. Era amor, del verdadero, de esos que ya casi no existen.
-¿Qué haces con la cámara? –Luca cerró la puerta a sus espaldas y fue hasta su propia cocina, buscando un refresco, entregándoselo después, con las mejillas coloradas.
-Siempre voy con la cámara. Gracias. ¿Qué querías? No es normal que me invites a tu casa. ¿Y tus padres?
-No están.
-¿Tu hermana?
-No está.
-¿Tu gato?
-Ha muerto.
-¿Entonces…?
-Te quiero.
El tiempo volvió a pararse. Luca creía que alguien se estaba acercando por los pasillos de la casa, pero se sorprendió a sí mismo cuando descubrió que eran los propios latidos se su corazón, haciendo que su pecho diera pequeños saltos. Se olvidó que tenía que respirar, pues su mente solo estaba pendiente del gesto de Robert. Y en ese momento, quiso desaparecer, que la tierra se lo tragase, que el edificio se cayera abajo. Pero no soportaba ese silencio, no soportaba ver esos ojos incrédulos.
Él frunció los labios. Tardó bastante en hacer otro movimiento. Se levantó y se pasó una mano por la barbilla, acariciando aquella barba de tres días. Suspiró, acercándose con lentitud a Luca.
-¿Qué significa eso? –susurró, cuando estuvo a centímetros de él, sosteniendo su barbilla.
-Todo lo que significa, Robert. Que te quiero, que te amo con todas mis fuerzas. Nunca había sentido esto y menos por alguien como tú –se sonrojó más. Y hasta él mismo se sorprendió de su fuerza y valentía, al comprobar que su voz era firme y clara-. Si tú te mueves, yo me muevo. Si tú ríes, yo río. Cuando tú lloras, mi mundo entero empieza a derrumbarse. Cuando tu mundo gira, el mío es el satélite que lo hace con el tuyo. Estoy cansado de guardar todo esto dentro –su tacto hizo que se le pusieran los pelos de punta-, estoy cansado de fingir que no pasa nada, cansado de parecer tú amigo cuando lo que quiero es ser algo más que eso. Cansado de llorar cada noche por ti, cansado de que me falte el aire cuando no estás. Haz lo que quieras. Llámame loco, tarado, estúpido e idiota. Hasta puedes llamarme antinatural, lo que te dé la gana. No hago esto por conseguirte, no hago esto por llegar a una meta. Lo hago porque es lo que necesito hacer. Este es mi lugar y mi posición, esto es lo que soy y es cómo lo siento.
Robert sonrió. Sin mediar palabra, bajó sus labios hasta los de Luca, haciendo un poco de presión, sintiendo como se ponía tenso de repente. Cerró los ojos y fue abriendo poco a poco sus labios, metiendo su lengua dentro de la boca del chico, esperando a que reaccionara mientras degustaba su tibia saliva.
Se separó un poco, percatándose de que había lágrimas en los ojos de él. Aquel beso había sido todo para Luca. Lo que había estado deseando. Había sido el beso más maravilloso que jamás le habían regalado. Había sido esa medicina para curar todo el dolor de su ser, la venda para aquel corazón sangrante y herido.
-¿Por qué lloras?
-Porque no lo entiendo.
-¿El qué no entiendes?
-A ti. No te entiendo a ti. Eres… eres idota.
Rodeó el cuello de Robert con los brazos, correspondiendo a cada uno de sus besos, dejando que éste lo pegara a la pared, jadeando cuando notó su tacto cálido sobre su fría piel. El corazón de Luca palpitaba con fuerza, contento, renovado. El de Robert seguía su ritmo.
Una camisa empezó a resbalar por unos fuertes hombros. Un crujido de una cama al caer un cuerpo sobre ella, después. Una risa nerviosa en la oscuridad. Dos estrellas que colisionan sin aviso, estallando en miles de pedazos, resplandeciendo aún más. Un jadeo en una noche resplandeciente. Unos vecinos que se sorprenden de tales muestras de amor. Unos corazones que han sido unidos por un fuerte lazo invisible.El amor es algo inesperado. Nunca sabemos si esa persona nos corresponde. Nunca sabremos quién será. Puede ser un él. O puede ser un ella. Da igual si nosotros somos un o una. Lo que importa es lo que sentimos. Y contra eso, no se puede luchar. Por eso, debemos ser como Luca. Debemos arriesgar todo a una. Da igual si somos rechazados. Da igual si no lo conseguimos. Da igual si apuntamos a la luna y llegamos a las estrellas. Eso no importa. Lo realmente importante es que lo hemos hecho. En ese momento, seremos felices.
Puede que os sorprenda un poco la temática de este texto. Creo que a partir de ahora empezaré a escribir mucho más sobre temas "radicales". Se avecinan sorpresas. Por cierto: ¡¡MUCHAS GRACIAS POR LOS 50 SEGUIDORES!! Enserio, sois geniales. Muchas gracias, gracias a todos por hacer este sueño realidad. Me alegro mucho de que os gusten mis historias. En todo el tiempo que he estado aquí, he aprendido a mirar las cosas desde muchos puntos, he conocido a personas realmente geniales y a los que admiro mucho. Muchas gracias, de verdad.
Simplemente genial, Kay
ResponderEliminar¡Madre mia!
ResponderEliminarEs precioso Kay, simplemente genial.
Me has sacado una sonrisa enorme :)
Demasiado raro diría yo. Osea la temática de la descripción de los dos protagonistas de esta historia, me encantó cada palabra que utilizaste, pero se me hace dificil imaginarlo... Ojo... no tengo en contra absolutamente nada de las personas que les gusta las personas de su mismo sexo.
ResponderEliminarMe encantó esto:
"La historias de amor no existen. Solo existen los corazones rotos que las escriben con su puño y letra"
Gracias por tus ánimos, no estoy tan sola como pensaba. Estuve mirando tus páginas, muy bonitas fotografías! :)
Hermosamente tuyo.
ResponderEliminarMe ha encantado tu historia Kay, pero sobretodo lo que más me gusta es tu reflexión final. Da igual nuestro género, gusto o raza, todos tenemos derecho a amar y ser correspondidos. Todos tenemos derecho a ser felices.
ResponderEliminarSigue escribiendo relatos radicales, son frescos y sorprendentes. Geniales ^^
En primer lugar, gracias a ti por escribir historias tan increíble, por que, en serio, me ayudan muchísimo.
ResponderEliminarLo siguiente, es que esta, en particular, me ha encantado. Como expresa Luca sus sentimientos... Y Robert... me encanta ese geste que tiene con él :)
Pa' Poulain <3
Ehhh, GREAT.
ResponderEliminarLos bichos te siguen.
P.
(y su ejército
de saltamontes)
Acabo de encontrar tu blog y me encuentro con este texto tan bonito enhorabuena es genial lo que escribes, sigue así.
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