viernes, 17 de septiembre de 2010

Excepción.

Es en estos momentos en los que me paro bajo la lluvia, alzo la cara y dejo que el frío llanto del cielo me empape por completo. Dejo que el agua se lleve todo el dolor, todo el miedo y toda la tristeza de mí. Estoy cansado de tener miedo. Miedo de caer, miedo a volver a levantarme. ¿Quién no lo ha tenido alguna vez en la vida? Todo el mundo ha tenido miedo a tropezarse; y más cuando siempre lo haces con la misma piedra. Porque somos así de simples. Tropezamos y nos levantamos. Caminamos unos metros, unos días, unas semanas. Y volvemos a caer con esa maldita piedra, la misma que nos hizo caer de bruces contra el suelo la vez pasada. Maldecimos a ese pedrusco, pero el pobrecito no tiene culpa de tener piernas y querer venir siempre con nosotros. La culpa es nuestra, por malcriarlo y hacerlo una piedra mala, caprichosa y que siempre dependa de nosotros, sin que la dejemos crecer por si misma. Y caeremos, mil veces más, con esa piedra. Ella nunca se va a cansar de estar en medio del camino, para esperarnos y hacernos poner los pies en la tierra, hacer que perdamos el control y que perdamos la fe en nosotros mismos. Mi piedra es el miedo. Miedo a perder, miedo a darlo todo por nada, miedo a saltar desde un acantilado, miedo del amor, miedo de mi miedo. Él me sigue a todas partes. Y la inseguridad. Y con ellos, cogido de la mano, viene un corazón roto, que aún llora por la pérdida de alguien importante. Prometí que nunca más volvería a enamorarme. Prometí que nadie, jamás, entraría de nuevo en mi vida, que no me volverían a hacer daño, que no volvería a llorar por una persona que no se lo merece. Hasta el momento, lo había conseguido. Pero hasta las más altas torres caen. Y yo he caído. El miedo, la inseguridad, la falta de cariño, el dolor, la pena y la tristeza han vuelto. Y aquí, bajo la lluvia, todo parece demasiado gris. Esa piedra se ha cruzado de nuevo en mi vida. Esa piedra ha vuelto a romperme los esquemas. Creo que la tengo demasiado mimada y que por eso no me quiere dejar, dice que me echaría mucho de menos. ¿Y ahora? No lo sé, nadie sabe que hacer en este caso. Nos quedamos sentados, con la cabeza gacha, dejando que la tormenta nos cale hasta los huesos y esperando a que una mano nos saque de allí. Pero nadie va a ayudarte si no eres tú el que enseñas esa mirada triste y angustiada. Y si no tienes fuerzas para levantar la cabeza, game over. Dejaré que esta lluvia me cale, dejaré que la tormenta amaine un poco. Levantaré mi cabeza, miraré al frente y volveré a caminar, sangrando y muy, muy dolorido. Pero lo importante, sobre todas las cosas, es seguir caminando, a pesar de que tus fuerzas ya te hayan abandonado. Porque tú, sí, tú, eres mi única excepción.

7 comentarios:

  1. Al final nunca sirve de nada prometer que no nos enamoraremos.
    Un texto precioso :)

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  2. 'Mi piedra es el miedo. Miedo a perder, miedo a darlo todo por nada, miedo a saltar desde un acantilado, miedo del amor, miedo de mi miedo.'
    Me quedo con esta frase; un texto increíble ^^

    Pa' Poulain :)

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  3. soo deepp pero muy emocional y me ha gustado ^^
    a veces tenemos que enfrentarnos al dolor al frio al miedo para renovar nuestras fuerzas y seguir luchando por las excepciones!

    un abrazo

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  4. el miedo es el sentimiento de verse herido

    encantador texto

    saludos

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  5. Me ha gustoo.. :D y muchas gracias por pasarte por mi blog y dejar tu huella. ahora tambien te sigo tiens un blog muy acojedor ;). Besos

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