sábado, 12 de junio de 2010

Silence!

Está bien. Nada ha cambiado, todo sigue igual que lo dejé hace tiempo. Roto y frío. El tiempo no pasa cuando las cosas están destrozadas, el tiempo no hace que todo mejore poco a poco. Tan solo es una quimera. Admito que ahora puedo sonreir al ver una escena bonita, un precioso niño de ojos azules correteando por la calle o incluso sentir las vibraciones de la buena música bajo mis pies y saltar a su ritmo, destrozando mi garganta, gritando al mundo hasta quedarme mudo. Pero hay espinas que jamás se irán, que jamás conseguiré sacarme de aquí dentro. Tengo diez mil cicatrices en mi interior, oscuras, sangrantes y dolorasas. Pero, ¿a quién le importa? Hoy me siento optimista. Tengo ganas de salir a la calle con mis converses y recorrer mundo, conocer lo que hay a mi alrededor, mi espacio, mi propio hogar. Quiero romper el silencio de mi vida, las cadenas que me rodean por todas partes, que me dañan, que me aprisionan. Quiero exclamar mi felicidad en el pico más alto del mundo y mirar con desprecio a las nubes, desafiar al mismísimo Dios. Me apetece cantar hasta quedarme afófico, subir el volumen de mi rock al máximo para no escuchar a nadie. Ellos quieren pararme. Yo quiero silenciarlos. Puede que esté herido en mi interior, pero esto es tiempo para mi mismo. Hoy le gané una batalla a la trsiteza.

Hoy es mi día.

2 comentarios:

  1. Que envidia . . . Yo hay a veces que, cuando la tristeza negra y dura me aprisiona, soy incapaz de sonreir! Pero, como bien has escrito tu, hay que hacerlo, venirse arriba cuando notas que caes :)

    Besos desde París (gracias por pasarte ;)

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  2. Lamento decírtelo, pero el optimismo es pasajero y muy efímero. Disfrútalo, que envidia das.

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